El próximo 1 de agosto hará seis
meses que estoy trabajando en los Servicios Sociales. Ya sabéis que he pasado
por tres Ayuntamientos pero que el último, Alcalá de Guadaíra, es donde sigo y
con contrato de larga duración.
De todas formas yo sigo
estudiando al pie del cañón, aunque solo me presentó a las plazas fijas y que estén
cerca de casa, o al menos, que pueda ir y venir. (Málaga era preciosa, pero
como en casa en ninguna parte).
El caso es que también sabéis que
en mi vida hay alguien que nada tiene que ver con el mundo del trabajo social y
que yo estoy “in love” con ella (y ella conmigo) y que aprendemos de nuestro
trabajo mutuamente, pero claro, yo de esto me acabo de enterar como quien dice.
Cuando yo trabajaba en Centro
Atrade teníamos ambas las mismas circunstancias, UN NEGOCIO, por eso en nuestro
tiempo libre preferíamos hablar o de otras cosas en vez del trabajo, pero como
mi suerte cambió nos hemos reencontrado también en lo laboral.
Esta persona como he dicho tiene
un negocio y hasta que me conoció no sabía del todo bien lo que era el trabajo
social. Yo se lo he ido explicando poco a poco.
A mí me gusta estar en su
oficina, a veces me he sentado en su despacho y hemos fingido que yo llevaba su
trabajo, entonces un día le dije: “Si yo te llevase tu negocio te lo cerrarían en
tres días” a lo que ella contestó: “que va, mi negocio se aprende, tu profesión
sí que es difícil”.
WOW! WOW! WOW!
¡Qué bonita sensación que alguien
admire tanto tu trabajo y lo diga con esa naturalidad! (y sonrisa (“in love
total”))
Me sorprendió, por eso seguí preguntándole
ya con unas copas de vino por delante, como era eso de que mi trabajo era difícil.
Y me enumeró lo siguiente: (lo
que ella me dijo lo pongo entre comillado)
1. “Trabajas con gente muy pobre
y para trabajar con gente así hay que tener una sensibilidad especial de ver
los problemas desde otra óptica. Además la pobreza asusta y no gusta.”
En este punto le conté que con la
ropa que ambas llevábamos ese día se pagaban ayudas económicas a una familia
con cuatro hijos para pasar un mes.
2. “También se necesita ser de
otra pasta para hablar frente a frente con una mujer que haya recibido malos
tratos, o peor aún, con un hombre que haya maltratado a su mujer”.
Le dije que este era uno de los
temas que más me gusta tratar en mi trabajo. La violencia de género no solo
implica la separación del maltratador, sino que cuando esto ocurre la mujer suele
no tener recursos ni estrategias, ni ve las salidas, ni tiene autoestima y todo
es cuesta arriba.
3. “Proteges a los niños de algo
incompresible: de que sus padres le hagan daño”.
El mito de las “quitaniños” que a
mí tampoco me molesta tanto. Le explique qué pasa con la situación de riesgo y
con la de desamparo y las competencias entre servicios sociales comunitarios y
especializados, según ella me dijo: “todo un mundo por descubrir”.
4. Me preguntó: ¿Has tenido a
alguien normalizado que lo haya tenido todo y te aparezca pidiendo ayuda?
Sí, cada vez más y supongo que a
efectos de la crisis. Estas personas tienen una situación difícil y en muchos
casos cargan con la vergüenza de pedir ayuda por no normalizar el acudir a
servicios sociales y por el estigma que ellos tienen.
Evité contarle que a veces estas
personas habían tenido negocios hasta entramparse…
Y aquí siguió algunas preguntas:
-“¿Qué lleva a una familia a
pelear hasta tener que necesitar un mediador?” A lo que le dije que suponía que
había muchos factores, en la mayoría de ellas el no existir estrategias para solventarlo
por sí misma.
-“¿Cómo eres capaz de saber que
estas personas tienen sus problemas y te vas del trabajo tan tranquila?” Aquí respondí
que esto era un tema muy largo, pero que es indudable por la salud mental
propia, que para cualquier profesión que trabaje con problemas de la gente,
debe separar lo personal de lo profesional pero que a veces cuesta y siempre
hay casos que te llegan un poco más.
Le dije también que creía que
llegaba a un punto de insensibilización o más bien, que te acostumbras, es tu
trabajo, lo haces y ya.
-“¿Qué es lo que más te gusta de
tu trabajo? ¿Y lo que menos?” Lo que más es el trabajo en sí y lo he
redescubierto desde que estoy en Servicios Sociales, lo que menos, que creo que
la profesión está muy idealizada desde dentro y te topas con gente que… no
cualquiera es un gran profesional a lo que ella me dijo:
“Habrá como en todo, gente que
hace bien su trabajo y gente que no, la cosa es que la gente que no hace bien
su trabajo cuando tiene entre manos algo tan delicado es un peligro para la
sociedad”.
Creo que es una de las mejores
frases sobre el trabajo social que haya escuchado en mucho tiempo. (Otra vez “in
love”)
Así que entre copas y risas fue sintiéndome
que tengo una “profesión extraordinaria, fuera de lo común que al fin y al cabo
intentaba que la gente fuera un poco más feliz”. Me pareció una definición
preciosa del Trabajo Social.
Fue entonces cuando le pregunté
yo por su trabajo, a lo que ella con el rostro un poco más serio me dijo: “el mío
te parecerá muy frívolo”. Sonreí y le dije que no, el suyo también procuraba
hacer que la gente fuera más feliz y se viera mejor, que no hay profesiones
mejores unas que otras. Solo hay que amar lo que uno hace… (“in love” ahora
ella conmigo)
Y ya no os puedo contar más, pero
la noche acabó muy, pero que muy bien.
La foto del recuerdo!
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