Tengo un montón de cuentas
pendientes. En realidad, y como siempre termino confesando algo, lo diré ya:
tengo una cuenta pendiente con alguien del pasado que está asfixiando mi
presente.
Es curioso como vamos evolucionando
con el paso del tiempo. Se va forjando nuestro carácter y personalidad, pero
con las experiencias vividas se sigue el camino hasta convertirse en otro del
que eras antes.
Al fin y al cabo, somos pura emoción
y sentimientos que fluyen en nuestro ser y que tienes que tener muy trabajado
para poder enfrentarte a los de otra persona, a los de tu usuario que está
enfrente tuya y que te mira con la esperanza de quien ellos creen, pueden dar solución.
Nuestra profesión entraña mucha
responsabilidad, decir algo, sin pensarlo o solo por creerlo le puede causar un
daño tal, que podría ser comparado con la negligencia de un médico.
Quienes nunca hayan trabajado con
cuidadores y cuidadoras no lo sabrán. Es un colectivo muy especial. Son familias como podría
decirse “normalizadas”, no suelen tener graves problemas económicos, viven en
barrios con buenos servicios, tienen hijos, nietos y se habla de eso que dicen “podría
vivir muy bien”.
Pero claro ha llegado el
Alzheimer, en la mayoría de los casos demasiado pronto, y ha roto una familia
de forma tan débil, que apenas se dan cuenta de que el cambio que corren sus
vidas será, para siempre…
Y ahí entras tú en escena. En mi
caso, trabajadora social, con formación en familias, experiencia en estos casos
y una sonrisa.
Parece que las preguntas son
automáticas:
¿Cuál es el diagnostico medico?
¿Cómo se ha enterado de este
Centro?
¿Qué es lo que andan buscando?
¿Han presentado la solicitud de valoración
de la dependencia? ¿Y la del grado de discapacidad?
¿Quién vive con el enfermo?
¿Cómo era su vida de antes?
Te responden siempre con una
lágrima a la que tu estas más que acostumbrada…
-No pasa nada, es normal. Estás
pasando por un momento duro. Lo mejor es que haga todos los días lo mismo.
Puede contar con nosotros cada vez que lo necesite. Ya verá que cuando empiece
con la estimulación se estabilizará.
Y se marchan algo más
esperanzados. Después el tiempo, y nuestra ayuda, les irán guiando por el difícil
camino del olvido, de eso que llaman Alzheimer, y que da escalofríos con solo
nombrarlo.
El profesional se acostumbra a
todo…
No es cierto. Todos estamos
librando una batalla en nuestro interior.
Cuando a Centro Atrade acude una familia,
intento desprenderme de todo lo que tengo. Igual que cuando llego a mi casa,
intento desprenderme de Centro Atrade y ahora también de la profesión.
Soy algo más que trabajadora
social, lo digo muchas veces, lo repito en cada post. Pero es que un día me
preocupe tanto de llegar alto que me olvide de vivir.
Me centré en trabajar, en ser
buena profesional, en sacar adelante el negocio.
MENTIRA.
Estaba entreteniendo mi mente
para no pensar. Me lo enseño la persona del pasado. Una mala enseñanza sin
duda. Pero como iba yo a suponer que la batalla que ella libraba era más dura
que la mía.
La idealice. Igual que a la profesión.
Me creí que esa mujer del pasado
era perfecta, igual que me llenaba de orgullo decir que soy Trabajadora Social.
Ahora ya no, ella tiene sus
defectos y la profesión los suyos. Muchos además y el problema radica en los
profesionales que hacemos la profesión.
Pero yo no me preocupo de ello. Acepto
todo tal como viene. Y me comprometo en hacer, desde mi despacho, mi trabajo.
No quiero que me digan que lo
hago bien. No quiero que nadie me coja como referente. Me gusta mi trabajo,
mucho. Estoy aprendiendo del camino, mucho. Quiero seguir creciendo como
profesional, mucho. Pero también quiero disfrutar despacio de la vida. También
quiero VIVIR, dejar el miedo atrás… pero eso me implica aun un esfuerzo grande.
Ya no digo con orgullo que soy
Trabajadora Social, sino que lo digo desde el respeto. Respeto que deberíamos tener
todos y todas los profesionales que, según dicen, amamos esta profesión.
Solo quiero mirar a mis usuarios
a la cara, y decirles: Todo irá bien. Estamos aquí para lo que necesites.
Solo quiero mirar a mis
compañeros y decir, el Trabajo Social es una profesión grande.
De momento, todos, tendremos que
seguir.
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